Familias en el barrio popular de "El Bajo" en Juana Koslay enfrentan condiciones precarias sin acceso regular a servicios básicos como luz y agua, y son víctimas de delincuencia. Piden vivir "dignamente como cualquier ser humano.
En uno de los asentamientos de Juana Koslay, un barrio popular llamado "El Bajo" viven entre 45 y 50 familias que enfrentan difíciles condiciones de vida. No tienen acceso regular a la energía, son víctimas de la delincuencia, deben guardar los residuos en sus casas y ni las ambulancias quieren entrar al predio.
"Acá, si nos morimos, nos morimos", de esa forma una vecina, Gabriela, graficó la exclusión que viven las familias que habitan en "El Bajo", uno de los cuatro barrios populares de Juana Koslay y de los 30 en toda la provincia.
Los residentes se han cansado de las ilusiones, de las mentiras y de las promesas electorales. Por eso, decidieron reunirse y convocar a los medios. Aseguran que ya han golpeado todas las puertas y no pueden esperar más. No piden materiales, dinero ni ayudas, solo quieren "vivir dignamente como cualquier ser humano".
El asentamiento tiene una extensión de 22.313 metros cuadrados. Sin embargo, siguen en medio de la marginalidad y los servicios que han logrado son gracias al esfuerzo de todos los residentes.
"La situación que estamos viviendo es muy difícil porque tenemos hijos pequeños, adolescentes y no tenemos ni un servicio básico", afirmó Lorena, una de las mujeres.
Hace un tiempo, les instalaron un poste de luz en el ingreso al barrio. Sin embargo, tuvieron que comprar los cables ellos mismos y colgarlos de ahí. La conexión es precaria y se advierte al ver los cables que cuelgan por la zona.
No solo el suministro no llega bien a cada hogar, sino que además sufren cortes permanentes que les queman los electrodomésticos y lo más grave: ponen en riesgo sus vidas. Esto sucede cuando se corta el servicio y deben ir ellos mismos a conectarlo, algo que agrava el escenario si ha llovido.
Esta situación hace que vivan en medio de la oscuridad y así sean centro de otro flagelo como la inseguridad: "No tenemos luz en las calles, no se puede salir. No sabes en qué momento te agarre alguien". Incluso temen que algún vecino pueda ser confundido por un delincuente.
A raíz de esto, han sido víctimas de robos. A varios les han sustraído herramientas o una moto de la puerta de las viviendas. A quien le robaron el rodado contó que lo usaba para ir a trabajar todos los días. Antes se levantaba a las 6 y ahora debe hacerlo una hora antes e irse caminando porque no tiene otro medio.
El accionar de la Policía también es nulo. Lorena describió que ha ido a la comisaría a realizar la denuncia y le manifiestan que los malvivientes son los de siempre y ellos no pueden hacer nada. "Si ellos están cansados, ¿qué queda para nosotros? Si actuamos, vamos presos. Perdemos porque nos roban y porque hacemos justicia", planteó.
En relación al agua, el sector también tiene una conexión irregular, que fue gestionada por la comunidad. En algunos casos tienen agua solo unas horas al día y en otros, solo un par de días a la semana.