La difícil situación de Horacio: sin trabajo y con dos hernias, se gana la vida tocando el banjo en las calles

Horacio Carusso llegó a Villa Mercedes hace 5 años en busca de trabajo estable, pero aún no lo ha encontrado. En las calles de la ciudad, toca el banjo para ganarse el pan.


Horacio Carusso, originario de Buenos Aires, se instaló en Villa Mercedes en mayo de 2018. Desde entonces, ha estado buscando trabajo fijo sin éxito. Para sobrevivir, toca el banjo en el centro de la ciudad los jueves, viernes y sábados. Por la mañana, se ubica en el semáforo de las calles Tucumán y Lavalle, y después del mediodía, en las afueras del banco Supervielle del barrio Estación.

"Todo estaba más o menos bien antes de la pandemia, pero después se vino todo abajo", dijo Horacio.

En Buenos Aires, trabajó como seguridad en una fábrica hasta los 55 años, cuando el lugar cerró. A partir de entonces, Horacio no pudo encontrar trabajo en ningún sitio y en cada lugar al que iba, "rebotaba".

Para sobrevivir, realizaba trabajos temporales o "changas". Fue durante una de estas "changas" que Horacio decidió fabricar un banjo casero con una lata de dulce de batata y cuerdas de guitarra criolla para tocar música en las calles.

Después de tocar durante algún tiempo en una parada de colectivos del barrio Morón, una mujer se detuvo para cambiarle la vida a Horacio. "Era una señora que tocaba el saxo en la filarmónica de Misiones y me dijo que no podía tocar con eso, que necesitaba algo en serio", recordó Horacio. Después de una charla "motivadora", la saxofonista le pidió su dirección y se fue.

Unas semanas más tarde, recibió un banjo en su casa. "No podía creerlo. Temblaba", dijo.

En 2018, un amigo le ofreció vivir en Villa Mercedes y lo contrató para trabajar en una rotisería. Sin embargo, después de un tiempo, el local cerró por problemas económicos y Horacio se quedó sin trabajo otra vez. Desde entonces, toca su banjo en las calles de la ciudad para ganarse el pan.

"Vengo aquí y la gente me da una moneda, no pido nada. Si alguien quiere tocar el banjo, se lo presta, se filma, se saca fotos", agregó.

El instrumento, que tiene muchos años, requiere de arreglos constantes. "Es el peor de todos los banjos que puede haber en el planeta, pero no estoy en condiciones de comprar uno nuevo", afirmó.

Por ahora, el dinero que Horacio recauda tocando en las calles es su único sustento, ya que debido a dos hernias, no puede realizar "changas" que requieran esfuerzos físicos.

"No puedo comprarme ropa, calzado ni ropa interior porque siempre tengo que ahorrar dinero", añadió.

Cuando llegó a la ciudad estaba acompañado de su mujer, que padecía una enfermedad oncológica. Al tiempo ella regresó a Buenos Aires mientras Horacio se instalaba cada vez más.

Considera que es “muy duro” estar solo. Algunas noches duerme sentado en una silla y con la radio prendida en la cocina de la casa. “Si voy a la pieza me vuelvo loco”, expuso.

“Hay que atenerse a las consecuencias de vivir mal. Trato de hacer lo posible, lo mejor que pueda para salir adelante, pero salgo siempre para atrás”, finalizó.