Tras varios años de búsqueda, encontró a su familia biológica en Villa Mercedes

El hombre de 43 años rastreó sus orígenes y pudo reconstruir su identidad. Tiene 94 parientes en la ciudad.


Si algo le sobra a Gustavo Ortiz es paciencia. Acostumbrado a hacer miles de encuestas telefónicas para su trabajo, realizó una investigación minuciosa desde Mendoza, donde se crió y donde reside, para poder encontrar a su familia biológica en Villa Mercedes, luego de siete años de búsqueda y toda una vida repleta de dudas.

Que su nacimiento fue en 1978, en plena dictadura militar, era una de las pocas certezas que le habían quedado al hombre de 43 años luego de confirmar que las sospechas que arrastraba desde niño eran ciertas y que los datos que tenía sobre sus orígenes eran totalmente falsos.

"Desde que tengo uso de razón, me daba cuenta que ni mi padre, ni mi madre, ni mi hermana eran parecidos a mí, porque tengo una estructura física muy diferente. Y espiritualmente también sentía que no pertenecía ahí y no tenía muchas ganas de estar en mi casa, no por maltrato ni nada. Yo no tenía un vínculo con ellos. Ese espacio lo llenaban económicamente, porque nunca me faltó nada, tuve todos los juguetes y la ropa que quise", recordó Ortiz, en conversación con El Diario desde la provincia en la que habita.

Quiero darles a otros que están buscando su historia la esperanza de que sí se puede encontrar sus raíces". Gustavo Ortiz, encontró a su familia.

Sostuvo que en su barrio de la infancia, en la localidad de Las Heras, era "un secreto a voces" que él había llegado desde bebé sin que su madre hubiera estado embarazada. "Pero como era la época de la dictadura, nadie se metió ni dijo nada", lamentó.

Hubo un episodio, cuando tenía solo 11 años, que sirvió como combustible para acelerar todavía más los interrogantes que ya tenía sobre su nacimiento. "Un amigo, en una pelea, me dijo: ‘¡Callate, si vos sos adoptado!’". Ahí empezó a tomar forma esa inquietud que yo tenía, pero mis padres me lo negaban. No lo decían porque eso les habían recomendado los médicos que participaron en ese momento, porque era una adopción ilegal y un robo de identidad", afirmó.

Desde ese momento, Gustavo comenzó una relación complicada con quienes lo criaron, quienes durante décadas desmintieron todos los rumores. Hasta hace siete años atrás, cuando su padre adoptivo enfermó de cáncer y le confesó toda la verdad.

Le reveló algunos nombres que le sirvieron para empezar a rastrear sus raíces, sobre todo con un dato fundamental: lo habían llevado recién nacido desde Villa Mercedes.

Redes de contacto

El primer intento de Ortiz fue publicar su historia en las páginas de búsqueda de personas que existen en las redes sociales, pero no tuvo demasiado éxito. Hasta que se le ocurrió sacarles el jugo a sus diez años de experiencia como encuestador.

"En mi trabajo tengo que estudiar las ciudades y los pueblos. Entonces hice eso: vi que Villa Mercedes tenía una población de 120.000 habitantes y que Facebook te permite tener hasta 5.000 amigos, que es un porcentaje representativo. Durante todo un año fui buscando gente de diferentes rangos de edad que fuera de la ciudad, husmeando los perfiles y enviando solicitudes. Cuando llegué a 4.800 contactos, publiqué y obtuve una respuesta", contó.

De esa forma, Gustavo logró conseguir información que lo llevó a contactarse con un excompañero de empleo de su madre biológica, quien le dio muchas pistas. "Pero llegó la pandemia y se cerraron todas las fronteras; tampoco tenía demasiados recursos. Le pedí al universo que me ayudara, hasta que el año pasado pude viajar a Villa Mercedes", recordó.

Una familia numerosa

Después de golpear puertas, el hombre pudo hablar con su mamá por teléfono. "Primero entró en shock y decía que no era posible, que a ella le habían dicho, en ese momento en la clínica, que había tenido una nena y que había nacido muerta. Esa era la técnica que habían usado los médicos para que no me buscara nunca", sostuvo.

Pero luego pudieron hablar con más tranquilidad. Su intención, le dijo, no era reprocharle nada, sino que tenía "heridas en el corazón que quería curar. Nos encontramos, ella me reconoció y me aceptó, y atrás de eso vinieron diez hermanos maravillosos, quienes tienen la misma vida y los mismos sentimientos que yo, y que son muy parecidos a mí", dijo emocionado.

Uno de sus grandes sueños era tener una familia numerosa, de esas ruidosas que se sientan alrededor de una mesa grande, conversan, se ríen y se quieren. En los últimos meses pudo entablar una relación con todos ellos y ahora pasó a tener 94 nuevos parientes, entre hermanos, sobrinos, primos y tíos. "El universo me dio el doble. La vida me ha cambiado", expresó feliz.

Ortiz comenzó ahora a dar a conocer su historia, para llegar a otros que están en una situación similar. "Quiero darles una esperanza de que sí se puede encontrar tus raíces", dijo.