Los hechos se reiteraron por al menos 7 años. En la última audiencia, la víctima pidió hablar ante los jueces y brindó un crudo relato de lo que vivió en su infancia.
La última audiencia del juicio estuvo atravesada por emociones sumamente fuertes. La primera fue cuando los jueces, tras un largo intercambio según dijeron, aceptaron escuchar a la víctima, un chico que fue abusado por su padrastro cuando era niño y que hoy ya es mayor, amparándose en que el tribunal no puede desconocer ni impedirle a una víctima expresarse. La segunda fue justamente ese testimonio, plagado de crudeza y dolor, pero que, finalmente, fue liberador para el joven. La tercera fue el momento del veredicto, en el que el acusado, que enfrentaba un pedido de pena a 10 años de cárcel, fue condenado a 18.
En el inicio, el presidente del tribunal de la Cámara Penal 1, José Luis Flores, dio una detallada argumentación de por qué aceptaban escuchar a la víctima atento a la oposición de los abogados del acusado, que dijeron era una prueba no incorporada a tiempo al debate.
Tras pronunciarse de manera positiva, invitaron al joven al estrado y, como a cualquier testigo, le tomaron juramento y advirtieron sobre las consecuencias del falso testimonio. Solo pudo mantener la compostura unos minutos, porque el contenido de su relato fue tan estremecedor que conmocionó a todos.
Sobre el final, en llanto, la víctima agradeció “la oportunidad de hablar. Es un alivio. Nunca se lo conté a nadie como acá, y necesitaba hacerlo”, dijo. Tras sus revelaciones fue necesario un cuarto intermedio.
Flores, fuera de su figura de juez, le agradeció y felicitó al testigo por la valentía de contar los hechos y dijo que, al margen de lo que podía aportar a la causa, su testimonio podría ser un acto liberador tras años de silencio.
Luego de casi dos horas de deliberación, cerca de las 17, el tribunal presidido por Flores e integrado por Adriana Lucero Alfonso y Hugo Saá Petrino, regresó al recinto y la víctima y su madre, con lágrimas en los ojos, oyeron la lectura de la sentencia con una mezcla de sentimientos.
El fallo reflejó que los magistrados tuvieron en cuenta la falta de antecedentes como atenuante, aunque en los agravantes focalizaron la repetición del hecho, la defraudación de roles y la extensión del daño causado.
Iván Coria, el abogado querellante, aseguró estar conforme con la sentencia “que de alguna manera va a resarcir el tremendo daño del chico”, dijo.
Mencionó que, si bien la acusación del fiscal de Instrucción solicitaba 10 años de prisión, los distintos testimonios ventilados en el juicio, incluido el del damnificado, daban cuenta de delitos más severos.