Tiene 62 años y sigue trabajando a pesar de tener edad para jubilarse. Está orgullosa de su función, que ejerce hace más de 35 años en el Centro de Salud Nº 54 de Cortaderas.
Si bien Gladi Vieyra (62) ya tiene la edad para jubilarse de enfermera, los vecinos de Cortaderas y de la zona no quieren que deje su trabajo por el que tanto orgullo siente. A pesar de que lleva ejerciendo la profesión hace más de tres décadas, aún tiene esa necesidad de ayudar al prójimo que en su momento la llevó a estudiar esa carrera. Es soltera y tiene tres hijas que fueron adoptadas: Rita (36) quien le dio un nieto Edwing (7); y las hermanas Cinthia (18) y Gabriela (16).
Gladi trabaja en el Centro de Salud Nº 54 de Cortaderas hace más de 35 años, sitio donde fue una auténtica todoterreno debido que en los primeros años, al ser personal único, cumplió las funciones de pediatra, odontóloga y partera, entre otras. Eran otros tiempos.
Vieyra nació en Aguas Buenas, en un sector ubicado en la parte alta de las Sierras de los Comechingones, muy cerca del río Seco y a unos ocho kilómetros de Cortaderas. Se crió en una familia humilde con ocho hermanos; y si bien su madre no era enfermera, sabía aplicar inyectables a los vecinos de la zona. "Mis padres me decían desde chica que estudiara para que tuviera un mejor porvenir. Como en esos tiempos costaba mucho estudiar por estos lugares, me mandaron a vivir a Villa Mercedes a la casa de una familia, para que estudiara. En esa ciudad hice la primaria y luego la secundaria", detalló.
Debido a que le gustaba ayudar, curar y tenía vocación, decidió irse a estudiar Enfermería a la Cruz Roja de Mendoza. Tras recibirse comenzó a trabajar en el Hospital Español de esa ciudad. "Por esa época tuve un grave accidente en el que me fracturé la columna y la cadera. Me tuvieron que hacer un injerto de cadera y estuve un año sin trabajar, hospitalizada en el lugar donde cumplía mis tareas. Tuve que hacer rehabilitación para poder recuperarme", precisó.
En 1984, tras ese suceso y debido a que su padre estaba delicado de salud, regresó a la zona de Cortaderas. Presentó su currículum en un nosocomio de la Villa de Merlo (hoy Clínica Merlo) donde consiguió trabajo como secretaria, labor que realizó por seis meses.
En 1985 fue designada como personal único para trabajar en el Centro de Salud Nº 54 de Cortaderas. "En esos tiempos no vivía mucha gente en la zona y nos conocíamos todos", recordó.
Aseguró que fueron tiempos duros, porque vivía en Aguas Buenas, no había mucha frecuencia de colectivos y las rutas eran de tierra. "Al trabajo iba en caballo o en sulky, me levantaba a las 5 de la mañana y salía para la sala. Eran 8 horas de trabajo y luego se cerraba el centro", manifestó.
Con los años fueron nombrando distintos médicos para que fueran a trabajar a la sala. "Luego comenzaron a venir profesionales de distintas especialidades, como ginecólogos, pediatras y odontólogos, entre otros", dijo.
Tras una larga trayectoria en la profesión, Gladi tiene mucho orgullo de todo lo realizado y lo comprueba con las muestras de cariño de sus pacientes. "Vienen padres con sus hijos para vacunarlos, les dicen que los vacuné cuando eran pequeños y que no les hacía doler. Eso me llena de emoción", graficó.
También los vecinos le piden que no deje de trabajar, por eso tiene una prórroga para no jubilarse por ahora. "Quieren que no me vaya, porque dicen que vienen a la sala y se curan con solo verme. Además creo que puedo seguir sirviendo a la comunidad. Me llaman a cualquier hora y no solo vecinos de Cortaderas, sino de Villa Larca, La Cañada y Carpintería, entre otras", dijo.
Gladi aconsejó a quienes quieran estudiar enfermería que lo hagan si les nace de corazón ayudar al prójimo. "Tienen que querer mucho la profesión y estar dispuestos las 24 horas a asistir a alguien cuando lo necesita", destacó.
"Yo trato de dar soluciones. A los pacientes hay que asistirlos, porque no se los puede dejar sin atención", resaltó.