El gobernador de la provincia de San Luis afirmó que culmina su mandato, y se terminó "Se va a su casa".
Alberto Rodríguez Saá fue entrevistado por Jorge Fontevecchia, quien le pregunto;
—Fuiste reelecto en 2019, por lo que no podrías volver a presentarte como un candidato a gobernador. ¿Qué tenés en mente, te presentarías como senador, y cómo sería el panorama que vos creés si tenés un sucesor en la provincia?
—En San Luis efectivamente, todos me preguntan qué hice, hace unos años propuse la modificación de la Constitución, teníamos la reelección indefinida, en mi gobierno lo votamos y fue aceptado por el pueblo. La oposición dijo que no al referendo, al plebiscito.
Ya he hecho un trasvasamiento generacional en mi gobierno, en términos peronistas, maravilloso. Tengo unos chicos que son unos funcionarios espectaculares en todos los niveles.
—Abolir la reelección indefinida.
—La sacamos. Ahora obviamente cumplí los dos mandatos, se terminó. Me voy a mi casa. Tenemos un grupo maravilloso de jóvenes; yo he hecho un trasvasamiento generacional, en términos peronistas, maravilloso. Tengo unos chicos que son unos funcionarios espectaculares en todos los niveles. Un pensamiento nuevo, mejorado, con grandes realizaciones. Tenemos unas realizaciones espectaculares, lo que es en nuestro hospital Ramón Carrillo, hecho en un año y medio con fondos propios, que ayer visitó el Presidente y estaba asombrado. Tenemos nuestra farmacia, es robot. Tenemos la inteligencia artificial. Lo que quieras, las mejores cosas están acá y están funcionando, nos va bárbaro. Estos son los funcionarios que tengo, que los he logrado; además, ellos me han cambiado a mí. Yo soy un viejo gruñón y ya soy un veterano viejo. Y a veces soy cascarrabias y me frenan, ellos me manejan. Yo ya no soy tan cascarrabias y he cultivado un poco la paciencia. Quiero que tengan una oportunidad, me encantaría que el pueblo de San Luis votara a estos chicos y que siguieran ellos, pero lo decide el pueblo. Vamos a intentar con una mujer u hombre jóvenes y con un equipo de jóvenes y todas sus candidaturas. Seguramente yo no iría en ninguna lista ni nada, aplaudiré al ganador, pero deseo que sea esta juventud.
—¿Y tampoco a senador nacional?
—No, en principio no aspiro a eso más. Yo soy una persona muy feliz, aunque no parezca o dé otra demostración; a mí la política, si no se entera nadie, lo digo: la política no me gusta, así que si puedo abrirme mejor.
—Me asombra siempre escuchar que todas tus opiniones son siempre imprevisibles. Están en un extremo o en el otro de la campana. Esto que decís de la política, que nunca te gustó, al mismo tiempo te permitió estar dispuesto a perderla, entonces podés decir con la libertad de poder perder lo que se tiene. ¿Cuánto de eso tuvieron que ver tus estudios sobre arte en la Universidad Salamanca, tu formación intelectual?
—Eso tiene una enorme influencia en mí. Lo de Salamanca fue un curso muy liviano. Hice dos secundarias. La normal Juan Pascual Pringles, dependiente de la Universidad de San Luis, y a la noche iba a una escuela de dibujo técnico. En esa escuela de dibujo técnico aprendí toda la técnica de la pintura, del dibujo, y después tenía dos años más de maestro de dibujo. Aprendí todo ahí y aprendí mucho de la gente mayor, de los trabajadores, los que iban a la escuela de noche. Aprendí mucho de esa gente, el empleado de comercio que a la noche iba a tener un título universitario y tenía que aprender un verbo irregular, y lo veía entrar y tomar la carpeta y por miedo a que le preguntaran y estudiar el verbo ahí, eso me emocionó mucho. Ahí aprendí mucho de pintura. He estado una vez en Nueva York con Pérez Celis, el pintor argentino del expresionismo abstracto argentino. Estuve en el taller de él y nos invitó a comer al día siguiente y luego ir al Soho. Y caminé por el Soho al lado de Pérez Celis mostrándome las galerías y explicándome el arte moderno. Volví y me puse a pintar. Me pasé a la escultura. También hago arquitectura, ejerzo ilegalmente la profesión de arquitecto. Esto me llena la vida, me apasiona, y todo el mundo, la cultura, la música, el teatro, me llenan enormemente. Así que no necesito nada de la política. Y me siento inmensamente feliz siendo un hacedor de cultura. No sé si la palabra es correcta o no, así que a mí desprenderme de la política, sí me encanta el mundo de los sueños y mi provincia me tira, las sierras de San Luis, entonces yo sueño y me encanta. Y a veces también en mi familia, soy descendiente de Juan Saá, que estuvo en la batalla de Pavón y ganó. Él iba ganando y le avisan que habían arreglado, “ya perdimos, volvé que no tenés que ganar”. Así fue, así los traicionó Urquiza. Y desciendo de Gran Payne, que fue una de las para mí más notables ranqueles de la historia. Mi abuelo fue gobernador de San Luis. Senador, mi tío abuelo. La política para mí es natural, pero me llena más el arte. Estando afuera, en el arte obviamente me van a preguntar o, si me preguntan, opinaré, y si no, no opino. Y me meto en este mundo de los sueños que es hermoso. Lo que es soñar con un hospital para San Luis, de 400 camas y 16 quirófanos. Y la tenemos ahí. Y van los viejitos, los jubilados que entraban en un sanatorio, entraban por una puerta y cuando salía uno muerto, entraba el otro. Y ahora tenemos este hospital para todos los puntanos, para todas y todos, todas las clases sociales. Ahí va la gente de campo, la de los industriales.